LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS
Los
reyes Católicos en 1492 ordenaron la expulsión de los judíos mediante
el Edicto de Granada, de impedir que siguieran influyendo en los nuevos
cristianos para que se pasaran al judaísmo. La decisión de prohibir el
judaísmo está relacionada por la instauración de la inquisición catorce
años antes de la Corona de Castilla y nueve en el caso de la Corona de
Aragón, porque precisamente fue creada para perseguir a los
judeoconversos(que son los judíos convertidos a cristianos) que seguían practicando su antigua fe.
La
medida firmada por los Reyes Católicos en Granada no fue una excepción
en Europa, salvo por tardía, a pesar de la fama de antisemitas que
arrastran los monarcas. Las expulsiones y agresiones a poblaciones
judías, para esconder los verdaderos problemas sociales, fueron
constantes durante toda la Europa medieval.
Salvo
en España, los grandes reinos europeos habían cometido varias ráfagas
de expulsiones desde el siglo XII, en muchos casos de un volumen
poblacional similar al de 1492.
La expulsión de los judíos de España fue firmada por los Reyes Católicos el
31 de marzo de 1492 en Granada. Lejos de las críticas que siglos
después recibió en la historiografía extranjera, la cruel decisión fue
vista como un signo de modernidad y atrajo las felicitaciones de media
Europa. Los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases
más modestas.
¿Qué
tuvo entonces de diferente esta expulsión? Lo llamativo del caso
español está en lo tardío respecto a otros países y en la importancia
social de la que gozaban los judíos en nuestro país. Aunque no
estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa , los judíos
españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros
lugares de Europa. En la corte de Castilla los judíos ocupaban puestos
administrativos y financieros importantes.
No
obstante, la cifra de judíos en España sí era especialmente elevada en
comparación con otros países de Europa. En tiempos de los Reyes
Católicos, siempre según datos aproximados, los judíos representaban el
5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. De todos
estos afectados por el edicto, 50.000 nunca llegaron a salir de la
península pues se convirtieron al Catolicismo
y una tercera parte regresó a los pocos meses alegando haber sido
bautizados en el extranjero. Algunos historiadores han llegado a afirmar
que solo se marcharon definitivamente 20.000 habitantes.
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